Me gusta la espumita del café con leche, siempre con más leche que café. Siempre.
Me gusta que mi desastre tenga un orden. Mi orden.
Me gusta dar color a los momentos, ¿quién ha dicho folios blancos?
Me gusta darle juego a la silla de ruedas, que soy de culo inquieto.
Porque no nos queda otra que sacarle partido a cuatro paredes, una mesa y un flexo.
Y que no nos quede otra, por mucho que queramos, no.
Reflexiones de una universitaria en pleno período de exámenes.
Ánimo a todo el colectivo.
