lunes, 1 de noviembre de 2010
Genio y figura
martes, 19 de octubre de 2010
Grandes hermanos, grandes ineptos.
domingo, 3 de octubre de 2010
Haciendo hueco al cine.
- Título: Historias de Filadelfia (The Philadelphia Story, 1940).
- Director: George Cukor.
- Guión: Donald Ogden Stewart.
- Reparto: Cary Grant, Katharine Hepburn, James Stewart, Ruth Hussey.
- Producción: Joseph L. Mankiewicz.
- Mi valoración sobre 10: 7,8
SE ABRE COMILLAS: “¿QUIÉN HABLA DE DIVISIÓN DE CLASES”
La boda del año, periodistas con sed de información y un ex marido con vengativo: ¿un reportaje de prensa rosa? No, Historias de Filadelfia, un film dirigido por George Cukor que bien podría calificarse como la comedia romántica de los años 40. El elemento principal, la boda entre Tracy Lord (Katharine Hepburn, Mogambo) y George Kittredge (John Howard), ambos personalidades sobresalientes en la Filadelfia del momento. Sin embargo, la aparición de su ex esposo, C.K Dexter Heaven (Cary Grant, Charada), provoca que una boda de ensueño tenga el riesgo de convertirse en un reportaje de dominio público para la revista del corazón Espía, contratando a dos periodistas para ello (James Stewart y Ruth Hussey).
Lo que se presenta como una historia propia de un culebrón, va delimitando una película bien estructurada, con una introducción, nudo y desenlace, propia del buen cine clásico. Un film social que dibuja perfectamente al colectivo del momento basado en la definición de clases y estereotipos, aderezado con una prensa dispuesta a difundir los secretos más profundos de una familia.
Interpretativamente, un personaje como Macauley Connor (Stewart), no pasa desapercibido: Con un humor sarcástico y amargo, no sólo es capaz de conquistar a la protagonista, sino que hace las delicias del espectador, despertándole de su estado de ensoñación que en ocasiones provoca el film. Hepburn, muy cómoda en su papel Tracy, da una lección de interpretación impecable, al mostrar la doble cara del personaje a la perfección: fría por fuera, y ardiente por dentro. Tampoco pasamos por alto la presencia de Ruth Hussey (señorita Imbrie), destacable incluso por encima de Cary Grant (Heaven), el cual, en esta ocasión, pasa desapercibido en su papel de galán, al cual nos tiene acostumbrados.
Y he aquí el elemento chirriante: si parecía una película que invitaba a rechazar la división de clases con un matrimonio entre un escritor y una dama de la alta sociedad… ¿por qué este final? Tres palabras: predecible, insulso y decepcionante, con un giro de guión más que forzado en el que Cary Grant le echa “morro al asunto” y se queda con la chica.
En definitiva y sin desmerecer la calidad de la cinta lo cual es indudable, un final que encajaría a la perfección dentro de la definición de “tópico sin precedente”.
jueves, 30 de septiembre de 2010
Murallas quebrantables, cimas alcanzables
La vida es todo un misterio. Muchas veces hace que nos sintamos las personas más afortunadas del mundo: tenemos amigos, un hogar al que volver cada día...o simplemente nos nutre de esos aspectos que hace que no queramos nada más. Somos felices, plenamente felices, y pensamos que nadie puede hacernos bajar de nuestra nube de infinita felicidad: nos sentimos poderosos.
Estamos equivocados.
La vida misma, encontrándonos así con una gran paradoja, hace que nos sintamos como unos completos desgraciados cuando parece que todo va estupendamente: de repente parece que una amistad se derrumba, otras que tu familia no te valore como esperas, todo a la vez, y mil cosas más que hacen que caigas al suelo, una y otra, y otra, y otra vez.
Sin descanso.
Equivocados otra vez.
Tú, que cada vez que caes, te dejas llevar con el peso de tu cuerpo hasta el suelo, porque no puedes más.
Tu, que piensas ser incapaz de alcanzar tus aspiraciones, que piensas que la opinión de cualquiera es válida cuando te dicen que “no vales”.
Tú, que construyes un muro cada vez que un obstáculo se te presenta en el camino de la vida, dejándote ciego, sordo, agotado, exhausto.
DERRÚMBALO.
Esta vida es maravillosa, y una de las razones es porque nos da la satisfacción de devolverle la bofetada cada vez que nos da la espalda, ya sean una o mil veces.
No te equivoques.
DERRÚMBALO.