
No mucho más se puede esperar de una película protagonizada por Drew Barrymore y el rey de la comedia irreverente Adam Sadler. Aún así, yo me la juego y voy al cine a verla, ¡que sí, que estoy mu loca! Enserio, desde que observamos el cartel de la película sabes CON CERTEZA ABSOLUTA que al menos vas a pasar un rato divertido.
Pese a que el señor Sadler no es santo de mi devoción (me gusta más ver en la pantalla a un chimpancé), he de decir que el tipo sabe cómo ganarse a su público. Durante los años ha patentado una fórmula de comedia romántica-sentimentaloide con dosis de humor 'made in Sadler' del todo efectista: vamos, la comedia romántica/familiar de toda la vida con alguna animalada que otra y que baja las dosis de azúcar para que te partas la caja y los hombres digan: 'vale, no he venido a ver una película romántica'. Porque sólo él y sus fans comparten y disfrutan este humor que cada día capta más adeptos; porque tu lo ves en el cartel y dices: 'seguro que me río'. Y allá que vas.
En este caso cabe destacar que la jugada le ha salido muy bien al recurrir de nuevo a la señorita Barrymore, que no puede trabajar mejor y obviamente hace que la química entre ellos sea convincente para el espectador (mucho más que la que aprecié con Jennifer Aniston en 'Sígueme el rollo'); la Barrymore demuestra que mantiene ese sentido del humor, que comparte gustos con Sadler en este aspecto y que también disfruta con este tipo de guiones como hizo en '50 Primeras Citas'. El resto del elenco no sorprende pero tampoco decepciona. Destaco el fichaje de Wendi McLendon-Covey en su papel de amiga protagonista, y de los infantes decir que se hacen notar de forma positiva a excepción de la niña Disney Bella Thorne, que para mi gusto se ha quedado en un segundo plano o no se ha querido sacar más provecho de su personaje, porque parece simpaticona, oye. ¿Y el tema del coro africano cantando en todo momento era necesario?, gracioso pero excesivo; aunque me ha recordado a los Oopma Loompa de Charlie y la Fábrica de Chocolate (sí, las comparaciones son odiosas), sólo les ha faltado cantar que al figurante de la segunda fila se le había escapado un pedete. CAN-SI-NOS.

La pieza de Frank Coraci en sí no es más de lo que uno puede esperar: simpática, divertida y vulgar en muchas ocasiones, un aspecto que pese a todo es ineludible, infalible e incluso necesario en las películas que produce Sandler. Se nos muestra la misma historia de siempre 'inicio-nudo-desenlace', sin más complicaciones, solo que al ser ampliamente representada en paisaje africano la película gana en vistosidad. En un tono familiar, amigable y siempre picantona, se nos presenta 'una más' del repertorio del actor que incluso aunque sea más feo que una mona y vista 4 tallas más de las que le corresponde, demuestra que su humor irreverente sigue funcionando. Pero eh, yo sólo soy una blogger.