Desde siempre he deseado visitar América, el continente del que emana todo el poder económico del mundo actual. Hollywood, Los Ángeles, San Francisco, Elvis, Las Vegas, Nueva York, La casa Blanca, California... En resumen, saber de todos sus fantásticos lugares y vivirla al límite.
Podría estar hablando de vivir el sueño americano.
Por otra parte, los americanos hablan de venir a Europa para vivir gratas y nuevas experiencias, a encontrarse a uno mismo, a emprender nuevos caminos... a vivir la vida en definitiva, pues hablan de Europa como un rico continente que visitar.
Hablan de Roma, hablan de Londres, de Praga, de Grecia... y de París. De París, la ciudad del amor, la ciudad para vivir al límite y saborearla en cada uno de sus rincones.
Ahora mismo la pesadilla europea.
Sinceramente ahora no quiero enamorarme en una ciudad donde no hay igualdad; no quiero vivir al límite en París porque temo que me echen como fruto de una de esas embolias autoritarias (destinadas a ganar votos populares), y no quiero saborear cada uno de sus rincones ahora llenos de amargura, imposición y discriminación.
Ahora no. Quiero un París igual, quiero una Francia libre, una Europa que luche por ella.
Qué pena que el señor Sarkozy haya olvidado aquello que dijeron sus patriotas allá por 1789:
Liberté, egalité y fraternité.

Sólo un apunte: es égalité, no igualité.
ResponderEliminarGracias, ¡el francés no es mi fuerte! :)
ResponderEliminarNo conozco ningún país que alguna vez haya tenido como valores morales "liberté", "egalité" o ni siquiera "fraternité". De boquilla y/o acuñado en las monedas no cuenta.
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo contigo Sara............!!!!!
ResponderEliminarSi no se cree en que alguna vez los hubo es muy triste. Actualmente daba por hecho que no los hay...Y lo cierto es que es más triste darlo por hecho que pensar que no los hay.
ResponderEliminarY un país no lo forma un gobierno, lo forman personas, personas que tal vez si que creen en esos valores. Es una lástima que la mayoría, no.
La historia humana es triste, por lo menos desde el punto de vista de unos valores morales. De política ni hablamos.
ResponderEliminarTienes razón en que por suerte, las naciones están pobladas por ciudadanos que puedan creer en esos valores y que, en cualquier caso, solo disponen de un voto para defenderlos. Ese voto tiene el mismo valor que el de la gente que lo usa con la misma pasión y sentido crítico como si se tratara de una tarjeta de monopoli, y además se destina a elegir una oligarquía que decidirá según su criterio propio.
Maravilloso, la positividad me embarga xD